Cualquier cosa es un camino entre cantidades de
caminos. Por eso debes tener siempre presente que un camino es sólo un camino;
si sientes que no deberías seguirlo, no debes seguir en él bajo ninguna
condición. Para tener esa claridad debes llevar una vida disciplinada. Sólo
entonces sabrás que un camino es nada más un camino, y no hay afrenta, ni para
ti ni para otros, en dejarlo si eso es lo que tu corazón te dice. Pero tu
decisión de seguir en el camino o de dejarlo debe estar libre de miedo y de ambición. Te prevengo. Mira cada camino de cerca y con
atención. Pruébalo tantas veces como consideres necesario. Luego hazte a ti
mismo, y a ti solo, una pregunta. Es una pregunta que solo se hace un hombre
muy viejo. Mi benefactor me habló de ella una vez cuando yo era joven, y mi
sangre era demasiado vigorosa para que yo la entendiera. Ahora sí la entiendo.
Te diré cuál es: ¿tiene corazón este camino? Todos
los caminos son lo mismo: no llevan a ninguna parte. Son caminos que van por el
matorral. Puedo decir que en mi propia vida he recorrido caminos largos,
largos, pero no estoy en ninguna parte. Ahora tiene sentido la pregunta de mi
benefactor. ¿Tiene corazón este camino? Si tiene, el camino es bueno; si no, de
nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el
otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro
te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte, el otro te debilita…
Fragmento de “Las enseñanzas de don Juan”
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